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Las lecciones políticas de Sánchez Gordillo y Bolinaga

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Jose Miguel Martínez Castelló

En los meses de verano acostumbro a dejar a medias temas y lecturas de toda índole para ir madurándolos y volverlos a retomar en el mes de septiembre. Dos hechos me han quitado alguna hora de sueño tanto en julio como en agosto y, como de costumbre, he ido observando su evolución para analizar el cariz que iban tomando. Me refiero al asalto a un Mercadona del ya famoso e ilustre alcalde de Marinaleda, Sánchez Gordillo, y la polémica excarcelación, que esperemos no se llegue a producir, de uno de los terroristas más sanguinarios de la historia de ETA, Uribetxeberria Bolinaga.

Mi intención en este artículo es doble. En primer lugar, desenmascarar a Gordillo y a toda la tradición política que representa. Y en segundo lugar, qué actitud ha mostrado el Gobierno español frente a este tema. Todo ello ha sido un auténtico sainete pero con unas consecuencias que pueden dinamitar la extraña y sorprendente paz social que todavía vivimos. Por otra parte, en el caso Bolinaga analizaré uno de los mayores errores del Partido Popular en materia antiterrorista que puede marcar un antes y un después con su electorado. De uno y otro caso podemos extraer unas lecciones magistrales propias de un manual del buen y mal gobierno, un manual que distingue las sociedades maduras de las repúblicas bananeras, un manual, en fin, que distingue muy bien allí donde se aplica y se vive la justicia y allí donde es pisoteada y vulnerada. Vayamos a ello.

Tres reflexiones sobre Gordillo. Sin remilgos. Este señor se encuadra dentro del Partido Comunista que convive con el proyecto político de Izquierda Unida. El asalto al supermercado de Mercadona fue un robo en todo regla tipificado como delito en el Código Penal. Pero este señor no actuó de forma extraña, sino como es él, como un comunista. La historia del comunismo es la historia de la miseria, del engaño y del robo. Esta ideología política ha esquilmado y asesinado a millones de personas. En el siglo XX produjo más de 100 millones de muertos: Mao, Stalin, Pol Pot, hoy Corea del Norte, Cuba… El comunismo actúa por el pueblo atentando contra él, hurtándole sus derechos, sus propiedades, sus sueños de libertad y convivencia. El comunismo es la personificación de la alteración y la violencia. ¿Qué ejercieron Gordillo y sus seguidores contra las cajeras y clientes de Mercadona? Violencia. ¿Contra quién? Contra el pueblo y los trabajadores que tanto creen defender. Recomiendo dos lecturas capitales para adentrarse en esta temática: Koba el temible de Martín Amis y Humanidad e inhumanidad. Un historia moral del siglo XX de Jonathan Glober.

Recientemente hemos sabido que a este pacifista, seguidor y admirador, dice él, de Gandhi, le han abierto diligencias por coacciones en la huelga de marzo. El presunto delito es contra los derechos de los trabajadores cometidos durante la huelga general del pasado 29 de marzo en el municipio sevillano de Estepa por coaccionar a comerciantes locales para que se uniesen al paro pese a no respaldarlo. Pero ahora viene lo curioso del tema, y por ello la necesidad de desenmascarar a estos farsantes de la política por su peligrosidad e incoherencia. Quien ha abierto diligencias es el TSJA (Tribunal Superior de Justicia de Andalucía) por su condición de aforado puesto que es diputado autonómico. Y aquí viene la contradicción de Gordillo que debemos sacar a la luz. Critica hasta la saciedad que vivimos en un  estado burgués, injusto con los trabajadores, pero del que se aprovecha como diputado autonómico para proclamar a los cuatro vientos que no va a declarar en el caso del asalto. ¿En qué quedamos? Critica un sistema político y social del que se sirve para eludir un concepto y una palabra que repite hasta la saciedad: justicia.

El segundo aspecto de Gordillo es que todas las acciones llevadas a cabo responde al objetivo de abrir en España un debate: que hay hambre en las calles. Este Robin Hood, defensor de los pobres y marginados, víctima del capitalismo e imperialismo yanqui, ha descubierto las Américas, pero a medias. Ahora no hay hambre porque siempre ha existido. Y siempre son los mismos quienes socorren a los hambrientos: Cruz Roja, Cáritas y miles de voluntarios, creyentes y no creyentes, que de forma silenciosa, sin hacer ruido, sin cámaras, sin empujones, ni violencia alguna dan una parte de su tiempo y de sus vidas a los demás. Gordillo debería saber que Gandhi admiraba a Cristo y que una de las advertencias que hacía el carpintero de Nazareth era que la caridad, la plasmación de la justicia y las obras en el mundo no tenían que aflorar ni mostrarse. De ahí su fuerte crítica a toda la comunidad judía que vivía en torno a la sinagoga encabezada por los fariseos, puros por fuera y podridos por dentro.

Invito a Gordillo a que acuda a los comedores sociales que en su mayoría está regentado por monjas y que pregunte desde cuándo están dando de comer a los más necesitados. Pero la comida que reparten es fruto de donaciones, de la buena voluntad. Tanto Cáritas como Cruz Roja nunca aceptan ni aceptarán repartir comida robada porque atenta contra la paz y contra las personas. En junio pasado el Padre Ángel, Fundador de Mensajeros de la Paz, hablaba de que en España el hambre afectaba desde hace tiempo a los niños. Cruz Roja inició en mayo una campaña urgente para atender a más de 300.000 personas. Gordillo no ha descubierto nada, todo responde a un intento de violentar a la sociedad, que la sangre llegue al río. Como siempre han actuado los comunistas en la historia.

El tercer y último aspecto que sorprende de Gordillo es su admiración por regímenes como los de Cuba y Venezuela. Me centraré en este último. No hace mucho Gordillo viajó en avión a Caracas invitado por el Gobierno chavista, eso sí, no en turista, como todo el mundo, sino en primera clase, en business. El diario El País está publicando unos artículos en los que se denuncia que en los últimos años se han cerrado en Venezuela más de 60 medios de comunicación por la censura y persecución chavista. Toda la socialdemocracia venezolana está exiliada. En las cátedras sólo hay un tema a tratar: la revolución bolivariana. Eso es pluralismo. Y desde 2011 han muerto 591 personas en las cárceles del país a causa de incendios por las pésimas condiciones de los centros penitenciarios. Y desde las televisiones controladas por el poder presentan al opositor de Chávez y su mayor amenaza, Hernique Capriles, como homosexual para denigrarlo. Toda una democracia Venezuela. Y Gordillo, ¿qué tiene que decir ante todo esto? ¿O qué tiene que decir que en Cuba los propios cubanos tienen vetada la entrada a zonas de su propio país? Esta es la naturaleza de este señor. Creo que es necesario saber a qué atenerse en estos tiempos donde necesitamos líderes y estadistas. Como acostumbraba a decir Ortega, ante una anomalía, enfermedad y crisis profunda, sería preciso llamar “a los mejores y no a cualquier transeúnte”.

Ahora bien, lo más sangrante del caso, no es Gordillo, sino la actitud del Gobierno. ¿Cómo es posible que la Fiscalía General del Estado no haya actuado de inmediato? Si un ciudadano normal roba o comete algún delito se le detiene inmediatamente, o al menos se le toma declaración. La sensación generalizada es que en España a algunos no les afecta la Ley, están exentos, fuera de su radio de acción. Cuando alguien estafa a Hacienda mil euros pueden embargarle hasta la casa, ¿y a este señor? La prima de riesgo no sólo es una cuestión económica, también política y de madurez social y democrática. ¿Qué pensarán los inversores extranjeros cuando ven que en España se asaltan los supermercados y no pasa nada? Si el Partido Popular cree que sólo la economía es la cuestión a dirimir y solucionar, se equivoca. Estamos ante un modelo de Estado, ante un modelo social errado y una clase política cansada que tiene que dejar entrar a la sabia nueva, que la hay y que tiene que ir copando cotas de poder y decisión. Es más necesario que nunca que en España la Ley sea aplicada a todo el mundo por igual. Y es aquí donde el PP tiene que entender que se le juega, hablar claro de una vez, sin tópicos ni miedos del pasado. Cuando se dice la verdad, convencido de lo que se hace, la política se convierte en toda una fuente de transformación ética y social. Por tanto, toda una lección política para el Gobierno que debe revertir en un reto a superar y hacer realidad.

El caso Bolinaga es distinto al de Gordillo pero comparte un trasfondo preocupante. El Gobierno ha venido apoyando la excarcelación de Bolinaga porque al parecer padecía una enfermedad terminal existiendo un riesgo inminente de fallecimiento. La fundamentación jurídica procede del artículo 92.1 del Código Penal prevista para enfermos muy graves, pero en caso de terrorismo, implica una condición ineludible: el arrepentimiento del reo. Pero Bolinaga nunca se ha arrepentido de sus crímenes sino que sigue militando en el colectivo de presos que obedecen y siguen la estrategia de ETA. Además, la Fiscalía de la Audiencia Nacional ha demostrado que este señor, por ser educados, no es un enfermo terminal, es decir, puede recuperarse y tratarse en un hospital del cualquier centro penitenciario del país. A Bolinaga le quería dar el Gobierno el tercer grado y el juez Castro, la libertad condicional. Pues bien, transcribo aquí el escrito de la Fiscalía de la Audiencia Nacional para poder justificar después uno de los mayores errores del PP en política antiterrorista: “En la propuesta de la Junta de Tratamiento del Centro Penitenciario de Álava se destacan como factores de inadaptación la no asunción de la responsabilidad delictiva, la ausencia de voluntad para asumir la responsabilidad civil impuesta y la falta de percepción del daño causado por el delito, signos inequívocos de una absoluta falta de arrepentimiento por parte del penado en cuestión”.

¿Cómo es posible que el Gobieno aprobara una excarcelación que vulnera la Ley? Bolinaga incumple la condición que dicta el artículo 92.1 del Código penal en caso de terrorismo a partir del arrepentimiento. No se ha dado en ninguno de los casos, ignorando a las víctimas y el daño causado. El daño que está produciendo este caso en las filas del PP es incalculable. El Comité de la Ejecutiva Nacional que se celebró el lunes en Génova fue todo un estirón de orejas a Mariano Rajoy por parte de los barones del partido. Lo preocupante del tema, y es el trasfondo que comparte con Gordillo, que la Ley es muy generosa para algunos y muy estricta para muchos. Los voluntarios de prisiones sabemos que los presos terminales mueren casi todos en las prisiones, internos que no han cometido delitos de la gravedad de Bolinaga. ¿Por qué la Ley es diferente para unos y para otros? Es aquí donde el PP se la juega. En la calle hay una sensación de que los gordos, los que sisan, los que extorsionan, no pagan, no cumplen la Ley, y que el pueblo, la calle, siempre paga los platos rotos. Este es el verdadero cambio que el PP debe impulsar, una regeneración democrática en toda regla, reformas de calado, profundas, un cambio de modelo político, ético, social y económico, con la premisa de que todos somos iguales ante la Ley, con un protagonismo de la sociedad civil. Esta claro que al PP siempre le han tocado gestionar los marrones, pero debe aprovecharlo para propiciar un verdadero cambio, comenzando por el propio partido y dando ejemplo a la sociedad.

Mariano Rajoy y su Gobierno deberían leer a un filósofo alemán del siglo XIX, Adam Müller, que describía, de una forma un tanto barroca y cargada, lo que debía ser una sociedad: “Lo público o estatal sólo está en armonía con lo personal o privado cuando el principio en que consiste el Estado, que es el poder social (público) sobre los individuos, coincide con la sustancia colectiva de éstos, con lo que éstos son”. Dicho de otra manera, sólo puede haber una correlación, entendimiento e identidad y, por tanto, colaboración e impulso para llevar a cabo un proyecto colectivo, en este caso España, si lo que se hace desde el Estado y el poder público conecta con las necesidades y prioridades de la sociedad, de la ciudadanía, de todas y cada una de las personas que forman dicho cuerpo colectivo. Hoy la sociedad española ve el Estado injusto, alejado de sus intereses sin proporcionarle seguridad alguna. Ahí se encuentra el reto del Partido Popular. No tiene otro. Y hacer que al menos se cumpla la Ley, nos apellidamos Urdangarín, Sánchez Gordillo o García Ibáñez.

1 comentario
  1. Vicente Andreu dice

    Suscribo todo su artículo,es lo que siento, y lo que me preocupa.
    Yo siempre defiendo la valentía de Rajoy, pero este asunto del asesino me desconcierta.

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