Seis largos años después, la justicia archiva la causa contra los concejales y asesores de Rita Barberá, el conocido como caso del Pitufeo. El tribunal no ve indicios de delito en la actuación de varios exconcejales y exasesores que recurrieron su procesamiento tras cinco años de instrucción. Es importante porque el auto señala que «En modo alguno puede sostenerse más allá del espacio de la mera sospecha que los apelantes recibieron el dinero sucio propuesto y consumaron con esta acción el injusto típico característico del delito imputado».
Para lo que la justicia no pasa de ser una mera sospecha, la Fiscalía llegó a pedir hasta 15 años de prisión y ya saben, como diría Pedro Sánchez «¿La Fiscalía de quién depende? ¿De quién depende? Del Gobierno. Pues ya está».
Una vez más y ya son muchas, ha quedado demostrado que el PSOE, Compromís y los medios de comunicación de su entorno hicieron lo posible y lo imposible por lograr el gobierno de España, la Generalitat, en el Ayuntamiento de Valencia, el de Torrent y muchos más, mediante el acoso mediático, diario, asfixiante, con persecución en el caso de Rita en la puerta de su casa, por la calle, donde hiciera falta, con tal de laminar su imagen. Cientos de portadas en periódicos, horas y horas de programas de televisión en prime time, telediarios enteros hablando de Rita, de Camps, de muchos otros que uno tras uno, cinco o seis años después, están siendo declarados inocentes por la justicia, uno tras otro.
No existe la presunción de inocencia cuando se trata de dirigentes del Partido Popular, hoy los mismos grupos mediáticos que le hicieron la vida imposible a Rita, callan. Mónica Oltra y sus camisetas, callan como callaba el abuso de su marido a una menor tutelada, Ximo Puig calla, como calla los miles de euros que otorga la Generalitat a los medios de su hermano y Grezzi, que hizo la vida imposible a Rita, calla.
Nada puede enmendar la brutalidad que se utilizó para acabar con la carrera política de Rita Barberá y quien sabe, si eso no le llevó a la tumba aquel fatídico 23 de noviembre en el hotel Villarreal, cuando su corazón dejó de latir tras el escarnio público de quien fue 24 años el motor de Valencia.
Ese fue la verdadera culpa de Rita, haber sido la alcaldesa de España, haber derrotado durante 24 años con abrumadoras mayorías absolutas a todos sus rivales, haber cogido Valencia en el gris que la dejó el PSOE por detrás de Madrid, Barcelona y hasta Sevilla, y haber hecho brillar al Cap i Casal como ciudad puntera, europea, mediterranea, la envidia de toda urbe. La Valencia luminosa, con sus parques, el Bioparc, la Marina Real, los nuevos Ruzafa, El Carmen, la Av. del Puerto, el Parc Central, la Ciudad de las Artes y las Ciencias, la Copa América que tantas inversiones dejó en la ciudad y tantas otras actuaciones de Rita, son su legado y que sigue intacto, ahora ya sin ninguna sombra que oscurezca su legado.
La pena del telediario debe de hacer reflexionar a todos aquellos que sin ningún escrúpulo acusan a diario a personas que con el tiempo, la justicia declara inocentes y sus causas son archivadas una tras otra por falta de pruebas, por tratarse de meras sospechas o por falsedades en la acusación. Que se lo digan a Camps, que diez años después de haber dimitido tras arrasar en las elecciones de 2011, ha ganado 9 de las causas y ninguna condena.
La notoria ausencia de indicios que justifiquen la perpetración de los supuestos delitos que ayer ratificó la justicia a los exconcejales de Rita y a sus asesores, sumado a la noticia que conocimos hace varios días son el sobreseimiento del caso que afectaba al rey emérito en Suiza, debe de cambiar algo en España, la forma de hacer periodismo de muchos y la forma en la que los ciudadanos nos creemos todo lo que leemos y vemos sin tener ningún conocimiento y sin dar cabida a la presunción de inocencia.
Valencia está en deuda con Rita Barberá y más que un reconocimiento, más que una calle, Valencia entera le debe un monumento enorme a Rita en su ciudad, por la que dio todo, por la que renunció a todo, incluso a ministerios y más hoy, que sabemos que siempre fue inocente.
José Vicente Gallego Madramany