Con este premio anual, la Red Temática de Investigación Cooperativa en Cáncer (RTICC) reconoce el mejor trabajo de Investigación sobre esta enfermedad en España
Romero destaca que “mejorar la vida de gente que está sufriendo” es una de sus principales motivaciones
Su infancia en El Vedat, rodeado de animales y naturaleza, supuso el descubrimiento de su vocación como científico
El biólogo torrentino Octavio Romero Ferraro, del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge en Barcelona, ha visto recompensados sus esfuerzos en el estudio científico con el Premio de Investigación de 2012 en Oncología. Este premio, concedido anualmente por la Red Temática de Investigación Cooperativa en Cáncer (RTICC), reconoce la mejor labor de Investigación sobre esta enfermedad en España. De este modo, su trabajo ‘El gen supresor tumoral y factor remodelador de la cromatina, BRGI, antagoniza la actividad de MYC y promueve la diferenciación celular en el cáncer humano’ ha sido elegido como el más importante del país entre los publicados durante el pasado año. El galardón, que depende del Instituto de Salud Carlos III, y por lo tanto del Ministerio de Economía y Competitividad, es uno de los más importantes premios que puede recibir un investigador en nuestro país.
Con 32 años, este joven científico estudia el comportamiento de las células tumorales en laboratorio para mejorar la calidad de vida de los enfermos de cáncer en el mundo. “Me sentí muy bien porque este trabajo es muy desalentador en su día a día, me sentí muy reconfortado”, explica Octavio Romero refiriéndose a la obtención del premio, “pero por otra parte me dio vértigo tanta responsabilidad”. Y es que este investigador no se ve a sí mismo como una eminencia e incide en el compromiso, más grande que nunca, de dar todo de sí mismo. Para él, haber alcanzado la categoría de uno de los grandes investigadores españoles en una materia tan sensible y de actualidad como el cáncer, no es fácil y conlleva continuar trabajando aún más duro que antes para hallar respuestas.
La investigación de la que Octavio Romero forma parte se enmarca dentro de un proyecto Europeo multidisciplinar llamado ‘CURELUNG’, donde participan laboratorios de varios países. Todos ellos intentan avanzar en materia de oncología, específicamente en el cáncer de pulmón. “Ya no se miran las moléculas desde un punto de vista académico”, explica, “sino que se mira si estos fallos pueden ser utilizados como dianas terapéuticas para futuros tratamientos”. Para este biólogo, recordar el trasfondo social de su trabajo y conservar la sensibilidad es primordial, e incide en que los científicos deberían mantener esa perspectiva, fácil de perder en investigación básica.
Octavio Romero define su trabajo como una situación “excepcional” en la que la vocación y el esfuerzo son imprescindibles. La labor que realiza día a día en el grupo de genes y cáncer consiste en sacar a la luz los mecanismos genéticos y moleculares que explican el comportamiento de las células tumorales. A través de experimentos, análisis de muestras y la aplicación de técnicas de biología molecular se puede descubrir en qué fallan y cuáles son sus debilidades para revelar por dónde y cómo atacarlas. “La investigación, más que un empleo, es una forma de vida”, expresa Romero, “en el fondo estás intentando mejorar la vida de gente que está sufriendo”.
Y es que Octavio Romero ha tenido tiempo de aprender cómo funciona la ciencia más allá de las fronteras españolas. Vivir en ciudades tan diferentes como Valencia, Ámsterdam o Washington ha sido muy importante para él: le ha enriquecido como persona y le ha hecho darse cuenta de que las cosas pueden ser distintas. “Creo que se debería obligar a la gente a vivir fuera de casa un tiempo, te cambia”, expone el investigador, “si uno se queda en el sitio donde vive, uno siempre ve las mismas cosas, los mismos lugares y amigos, los mismos sabores… pero ante todo la misma mentalidad. Cuando sales fuera te enfrentas a un universo distinto, te cambia la visión completamente y te haces adulto”.
Aunque ahora vive y trabaja en Barcelona sigue echando de menos Torrent, donde tiene sus raíces. Todos sus recuerdos están allí y toda su vida está ligada a esta ciudad, explica sin dudar. Lo que más echa de menos es la tranquilidad, la familia y los amigos que ha dejado en la localidad, a los que considera su mayor tesoro. “Mi casa la componen ellos, junto con la comida, la fiesta de Moros y Cristianos… todos esos elementos que me generan certidumbre sobre lo que en el fondo soy. No concibo mi vida sin Torrent”.
Emerson, poeta y pensador estadounidense, decía: “A los hombres les encanta maravillarse. Esto es la semilla de la ciencia”. Y hay que darle la razón, viendo cómo Octavio Romero descubrió lo que quería para su futuro. Este joven investigador sitúa los inicios de su carrera como biólogo en El Vedat, donde en su más tierna infancia descubrió su vocación en el contacto con los animales: desde perros hasta sapos o serpientes, la curiosidad por entender a los seres vivos le llevó a interesarse por la ciencia. “Era un niño un poco asilvestrado”, confiesa recordando su vida en Torrent. Cuando estudió la célula y los componentes de la vida en los colegios de la zona, su pasión por conocer cómo funcionan las cosas fue aumentando. Nunca se planteó no estudiar biología, siempre tuvo claro lo que quería ser. Y siempre avanzó directo hacia conseguir su sueño, esforzándose en el camino hasta alcanzar el éxito.